EL ANGEL DE LA NAVIDAD (Instantánea).
Llega.
Casi lo percibo. Se posa en la mesa
y dando volteretas nos indica un orden.
Exhala un quejido. Su aliento calienta las sienes de todos
y oliendo a jazmines se acerca a la fuente del pan.
Atraviesa el aire con sonidos suaves.
Entorna sus ojos y desde el límite impuesto por sus propias alas,
moviéndose apenas vuela hacia nosotros
para iluminarnos con su propia luz.
Casi lo imagino, desafiando el eco, haciendo equilibrio sobre el rumbo oeste
de la mesa blanca cargada de frutas, de cintas, de pájaros;
marcando la idea que gesta su impulso.
Ya sobre el abismo, de su boca sale la palabra justa. La que debe ser.
COINCIDENCIA, dice.
Y en cuanto decido, casi humildemente, dominar mis manos, para no tocarlo,
roza mis mejillas con sus plumas blancas… y…
así como vino, sigilosamente, el Ángel nos mira, saluda y se va.
Amanda Patarca.